LA OPINIÓN

Coalición TransLatin@, la organización que ayuda a mujeres transexuales al salir de la cárcel

07/02/2017 - 7:20 pm

El programa de emergencia de Coalición TransLatin@ ayuda a personas transgénero que han salido de la cárcel a conseguir un hogar, comida, trabajo y les ofrece clases de liderazgo y superación personal. Bamby Salcedo, directora ejecutiva de la Coalición señala que “es un espacio para que las personas se sientan seguras y por si necesitan comida, ropa o si necesitan utilizar la computadora”.

Gretta Moreno y Vanessa Navarrete, voluntarias con la Coalición TransLatin@, ordenan ropa donada a la organización. Foto: La Opinión/Aurelia Ventura

Por Jacqueline García 

Ciudad de México, 7 de enero (SinEmbargo/LaOpinión).- Vanessa Navarrete, de 38 años, descubrió su identidad desde muy pequeña. “Mi cabeza no comprendía qué pasaba pero yo no quería ir al baño de niños cuando estaba en el kínder. No quería jugar futbol y me gustaban los vestidos”, recordó recientemente después de hacer trabajo voluntario en un centro de ayuda para personas transgénero.

Transgénero es el término que define a personas cuya identidad o expresión de género es diferente a la que nacieron.

Navarrete, quien está en Los Ángeles bajo un caso de asilo político, dijo que emigró a Estados Unidos (EU) en el 2004 tras haber sufrido rechazo y discriminación por su orientación sexual en México.

Su compañera, Greta Moreno sonríe poco pero ayuda mucho en el centro de donaciones. Ella asegura que sus tres años dentro de cárceles en Arizona y California le ayudaron a crear cambios para los grupos transgénero que viven tras las rejas.

Moreno, de 43 años, dejó México en el 2003 como un hombre quien emigraba al país vecino con la intención de ahorrar dinero y casarse con la novia que tenía en turno. “Yo ya me había hecho a la idea que ese sería mi futuro, infeliz pero casado”, recordó.

Moreno descubrió su identidad a la edad de 7 años pero como el hermano mayor de nueve y una familia con problemas y machista prefirió guardar su secreto.

Vanessa Navarrete habla con la ayudante Erika De la Cruz. Foto: Aurelia Ventura/La Opinión

Ambas mujeres experimentaron la vida tras las rejas y afirman haber sido maltratadas, física, emocional y moralmente por ser transgénero. Su regreso a la sociedad pese a ser difícil ha sido agradable con la ayuda de la Coalición TransLatin@.

Bajo su programa de emergencia, la coalición ayuda a personas transgénero que han salido de la cárcel a conseguir un hogar, comida, trabajo y les ofrece clases de liderazgo y superación personal.

“Aquí es un espacio para que las personas se sientan seguras y por si necesitan comida, ropa o si necesitan utilizar la computadora”, dijo Bamby Salcedo, directora ejecutiva de la Coalición TransLatin@ en Los Ángeles.

DEPORTADA

En el 2008 al salir del trabajo mientras conducía a su casa Navarrete fue detenida por la policía por manejar sin licencia e inmediatamente fue deportada a Tijuana, México.

“Yo me acuerdo que en el camino le suplicaba a los oficiales que me dieran un pantalón porque yo llevaba vestido y tacones”, recuerda Navarrete con un nudo en la garganta. “No me escucharon”.

“Lo que la gente no entiende es que uno no se viste de mujer para conseguir un hombre sino para conseguir su identidad”, añadió. Frustrada decidió regresar con su familia y vivir como hombre “infeliz” por el resto de su vida en Puerto Vallarta.

Pero las constantes discordias con su familia y una persecución por su orientación sexual la llevaron de nuevo a la frontera de Tijuana, México, con San Ysidro, CA en septiembre del 2016 en busca de asilo político.

Su instinto no le falló y tres horas después de haber llegado y estando hasta el final del grupo—donde había personas esperando su turno por días y semanas “sin bañarse y sin comer”—fue una de las cinco afortunadas que logró ser escuchada por agentes del departamento de aduanas y control fronterizo (ICE). “Les enseñe todas las pruebas de mi caso y mi temor por volver a México”, recordó.

LIBRE DE IDENTIDAD PERO ENCARCELADA

Mientras tanto, Moreno después de un año establecida en Phoenix, Arizona, se enteró que su prometida lo había engañado con alguien. “Y yo feliz porque no me quería casar”, dijo Moreno, quien comenzó a utilizar sus ahorros para su propia felicidad.

“Ocupé el dinero para comprarme ropa y me compré muchos zapatos y maquillaje”, recordó.

Su cambio no solo fue en su vestuario pero también en su persona; cabello largo y hormonas para aumentar su pecho y reducir su vello facial fueron parte de su vida.

Sin embargo, en el 2013 Moreno fue enviada al centro de detención de Eloy, Arizona—por un motivo que no quiso revelar.

Moreno recuerda que se rehusaba a ser maltratada en el centro de detención de Eloy y siempre llenaba reportes de policía por actos ilícitos que los agentes hacían en contra de las personas transgénero y los gays.

Ella dijo que logró hacer cambios importantes en la cárcel incluyendo que las mujeres transgénero recibieran sports bras para cubrirse. “Yo recuerdo que cuando corría mis pechos me dolían, porque ya estaban mas o menos desarrollados, entonces hablé con el psicólogo y me dio permiso para que utilizara sports bra”.

Moreno dijo que parte de su activismo fue ayudar a cambiar las reglas de los baños. “Las transgénero no nos bañábamos a la hora que se bañaban todos porque nos atacaban, entonces nos daban una hora diferente para hacerlo”, explicó.

MÁS RESPERO PARA LOS TRANGÉNERO

Sin embargo, un día cansada de tantas humillaciones y de los múltiples reportes que llenaba acusando a los oficiales y que eran ignorados, Moreno tomó el rastrillo que le daban para rasurarse y le sacó la navaja.

“Mi mente se paralizó y agarré la navaja y corté [mis genitales]”, dijo Moreno. “Con mi sangre escribí en la pared ‘Más respeto para la comunidad LGBT. Más conciencia para las mujeres transgénero’”, recordó añadiendo que en ese momento no sintió dolor físico puesto que mentalmente estaba deshecha.

“Cuando llegaron los oficiales todo estaba lleno de sangre y me llevaron de emergencia”, dijo Moreno. En el hospital la quisieron diagnosticar como enferma mental, pero ella se negó asegurando que su lucha era en contra de los mismos agentes y los reos que la trataban inhumanamente.

“Después de salir del hospital me transfirieron al centro de detención de Santa Ana donde me di cuenta que la situación estaba mucho peor”, dijo Moreno. “El espacio es muy reducido. Allá [en Eloy] uno podía salir a jugar basquetbol o salir a correr. En Santa Ana no. Solo teníamos un espacio pequeño con dos televisores”.

Moreno dijo que los oficiales las revisaban constantemente en sus partes privadas, no por necesidad pero “por gusto”.

“Una vez dijeron que había un plato quebrado y nos encerraron a todas [las transgénero] y nos revisaron las partes privadas”, dijo Moreno asegurando que los oficiales las culpaban que alguna podía tener escondida la pieza del plato roto.

LAS SECUELAS DE ESTAR ENCARCELADA

Navarrete dijo que lo que al principio parecía ser su salvación al ser aceptada por ICE poco después se convirtió en otra pesadilla. ICE la llevó al centro de detención de Santa Ana a principios de octubre del 2016. Un día se golpeó la cadera lo que le causó un morete. Una semana después al ver que su situación empeoraba Navarrete pidió ayuda en repetidas ocasiones hasta que logró ser atendida por un doctor.

La ayuda fue mínima y días después el dolor de Navarrete incrementaba, su movilidad era poca y después de llenar varios reportes unos oficiales del ICE la visitaron y notaron que necesitaba ayuda urgente.

“Me llevaron de nuevo al hospital y me dijeron que había la posibilidad de no volver a caminar”, recordó. En el año 2000 Navarrete se había operado los glúteos y en el hospital le dijeron que el golpe causó que el líquido se esparciera por su pierna y espalda. Por la falta de tratamiento a tiempo este se infectó y dañó sus tendones y músculos.

Después de ser intervenida la transfirieron al centro de detención de Adelanto donde estuvo encerrada por dos meses en una celda solitaria. “Ahí no te dan ropa limpia, ni champú, ni jabón”, dijo.

Navarrete dijo que los agentes se dieron cuenta que su enfermedad no fue tomada con seriedad y por eso la dejaron salir. “Ellos tenían miedo que yo muriera dentro de la cárcel”.

Una representante de ICE dijo que la cárcel de la ciudad de Santa Ana es la única que alberga a mujeres transgénero separadas de los demás.

“ICE ha alojado a individuos transgéneros en esta unidad única dedicada en la cárcel de la ciudad de Santa Ana desde 2011”, dijo Lori H. Haley, portavoz con ICE.

Haley aseveró que ICE está comprometida a “proveer un ambiente seguro, seguro y respetuoso para todos” los que están bajo su custodia incluyendo a los transgénero. “Cualquier denuncia de malos tratos por detenidos de ICE debe ser reportada a los oficiales de ICE para una investigación exhaustiva”, añadió.

LIBRE PARA CONTINUAR LA LUCHA

Navarrete fue dejada en libertad el 29 de diciembre de 2016 y ahora lucha por su caso desde afuera.

Por el momento no trabaja debido a su condición médica y la Coalición Translatin@ le ayuda con su renta, comida y ayuda legal. “Si me quedo en la casa no hago nada y aquí puedo ayudar y me ayudan”, dijo Navarrete quien participa como voluntaria con la coalición.

Moreno fue puesta en libertad el 7 de marzo del 2016 y se fue a vivir con un amigo en Los Ángeles. Ella asegura que la educación es una de las más grandes ayudas que ha recibido de la Coalición Translatin@. “He estudiado para mejorar mi inglés. He tomado cursos de violencia doméstica, asalto sexual, VIH y de superación personal y liderazgo. Todos esos cursos los he recibido con la ayuda del centro”, explicó.

En California hay más de 218,000 personas identificadas como transgénero según un estudio del instituto Williams presentado en junio del 2016. El estado cuenta con la mayor cantidad de transgéneros y los latinos representan un 39% del total.

“Aquí [en el centro] hemos ayudado a 41 personas que estuvieron en centros de detención y a más de 150 personas en otras situaciones desde que abrimos en el 2016”, dijo Salcedo.

“Dentro de nuestra sociedad no tenemos oportunidades de trabajo ni representación cívica [para los transgenero], esto nos orilla a participar en drogas y servicios sexuales como únicas alternativas”, explicó.

Moreno recuerda a las mujeres transgénero que deben valorarse a sí mismas primero. “Ámense a sí mismas y supérense, no importa la edad que tengan pero la escuela y la superación siempre son necesarias”, dijo Moreno. “Si no se aman no van a llegar a nada”.

Navarrete dijo que aprendió a creer en Dios cuando estuvo en la cárcel. “Yo no creía porque siempre me decían que yo me iba a ir al infierno por ser como soy y que Dios no quiere a personas como yo”, dijo.

“Pero en la Biblia dice que Dios quiere a los apestados y a los marginados. Yo creo que Dios ya vino y ahora nosotros somos los que debemos saber como actuar con nuestro prójimo”, aseveró.

La coalición Translatin@ esta localizada en 1730 W Olympic Blvd., Suite 300 Los Angeles, CA 90015. Puede visitar su página en translatinacoalition.org.

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